lunes, 16 de junio de 2014

¿Como educar la masculinidad en los hijos varones?

¿Como educar la masculinidad en los hijos varones?
La familia.info

Existen características propias de hombres y mujeres que se hacen notar desde temprana edad, y es desde ese momento donde los padres deben fomentarlas, como parte importante de la educación de la afectividad. En este escrito sólo nos ocuparemos de los masculinos, pues para las niñas tenemos otro artículo dedicado a ellas, ver aquí.
Nada tiene que ver esto con pretender criar hijos “machos”. El concepto real de masculinidad dista mucho de la filosofía machista. Más bien, la masculinidad es el modo de relación propio del hombre, que dada su naturaleza, es disparejo a la mujer, pero la maravilla es el complemento que surge de la unión de ambos; en definitiva para ello fueron creados.

Es así, que pese a los intentos de grupos ideológicos por equiparar las particularidades entre los dos sexos y formar hijos “unisex”, hay condiciones innatas imposibles de negar, es una batalla perdida. El Licenciado en Ciencias de la Educación José Antonio Alcázar Cano, explica:

“Mujer y hombre son diferentes: físicamente, afectivamente, intelectivamente… La sexualidad es un componente claramente determinante de la personalidad. Determina al sujeto a ser persona masculina o persona femenina; es decir, varón o mujer. Estructuralmente -no de modo moral- es la diferenciación mayor que se da en el individuo. Este modo de definición que abarca connotaciones fisiológicas, afectivas y de relación, es determinante para la realización personal de los individuos singulares.” *Algunos principios en la educación de la afectividad - José Antonio Alcázar Cano.

El trabajo del padre
Dentro de la educación de la afectividad, los expertos recomiendan que sea el padre del mismo sexo del hijo, quien tome la delantera en ciertos puntos. Esto no quiere decir que el otro progenitor no sea importante dentro de su proceso educativo, sino que, hay estrategias que funcionan mejor si son los padres quienes se las enseñan a los niños y las madres a las niñas.
 La figura del padre es determinante en la transmisión del concepto de masculinidad a los hijos. Es él quien emite el modelo principal de imitación y según se le observe, el hijo adoptará las conductas, de ahí su trascendencia, pues será el punto de referencia. El hijo debe aprender del padre, el papel que ejerce el varón dentro de la familia, así como las actividades afines a su sexo.

Tanto el padre como la madre, deben ejercer un esfuerzo significativo en el campo de la educación de los afectos; en especial el hombre ejerce tres funciones principales. Mª Carmen González Rivas, Psicóloga de la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Psicología de la Familia, las describe así:

Primera función del padre: el aporte de identidad. Dar identidad a otro no solo consiste en decirle quién eres tú, sino decirle qué eres tú: un hombre como papá, o una mujer como mamá. Quiere esto decir que dar identidad supone necesariamente dar identidad sexual. El padre da a los hijos su masculinidad siendo él el prototipo de hombre y confirma a las hijas en su feminidad remitiéndolas a la madre.
Segunda función del padre: el aporte de seguridad. El hijo, al verse amado por su padre descubre que no tiene nada que temer de él, más aún, se da cuenta por su propia experiencia sostenida en el tiempo que esa presencia en principio amenazadora no solo no le hace daño, sino que le ama, le cuida y le protege, y no solo a él sino a su madre.
Tercera función del padre: la introducción del hijo en la realidad. El padre, propicia la salida del hijo del ambiente materno facilitando así su inserción en la realidad externa, en el dinamismo de la vida.

¿Cómo se enseña la masculinidad?
 Pues bien, tal como se señala en la parte preliminar, la mejor forma es con el ejemplo que el niño ve en su hogar. No se trata entonces, de establecer charlas directas con el niño debido a su corta edad -aunque también es muy necesario-, sino que este aprendizaje se transfiere por las vías de la imitación. El hijo verá en su padre lo que es un hombre y en la madre lo que es una mujer, y en consecuencia, desarrollará su identidad.

Entre tanto, cabe señalar que “los padres deben enseñar a su hijo que la virilidad no se manifiesta ni se demuestra con rudeza, agresividad, mal carácter o falta de control sobre su propio genio.” *Encuentra.com

A la hora de enseñar la masculinidad, se recomienda que padre e hijo, compartan actividades juntos, como por ejemplo: un paseo en bicicleta, una tarde de pesca, un paseo en el campo, un partido de fútbol, etc. Estas actividades le permiten al niño formar su identidad y relacionar el rol del hombre.

Plan de acción
Es bueno que sus “héroes” masculinos sean buenos modelos para él. Ojo con los programas de televisión que exaltan la indefinición.
Es positivo que practique alguna actividad que suponga reciedumbre, aunque se canse y corra. Por eso es bueno el fútbol y las excursiones al aire libre.
No obsesionarse con que no se manche cuando que tiene que hacer excursiones o practicar deportes en los que, si se hacen como es debido, es difícil llegar a la casa de punta en el blanco.
Especial cuidado si tiene muchas hermanas. No es bueno que lo sobreprotejan, o peor, que se sienta el gallo del gallinero o el rey del harem.
Regalarle juguetes más típicamente masculinos: trenes, aviones, autos de carrera, elementos deportivos.
Habrá que fomentar la reciedumbre: no dejarlo quejarse por todo, esforzarse en sus obligaciones, ponerse a estudiar a la hora, aunque no tenga ganas.
Que no olvide sus deberes como miembro de la familia: que haga la cama, ponga la mesa, o se prepare el té... eso no significa que sea menos varonil.

Esta vez, le ha tocado al padre la mayor responsabilidad. Sí, porque ha de ser él su modelo más cercano de masculinidad y virilidad. En él verá también que ser hombre no es ser bestia, mal hablado o rudo. Es el papá quien tiene que llevarlo a sus extra clases, orientarlo en sus aficiones y hablar con él de estos temas...

martes, 20 de mayo de 2014

ENSEÑARLES A TENER CRITERIO A LOS HIJOS

Enseñarles a tener criterio a los hijos        
La familia. info

De no haber existido en nosotros la capacidad hereditaria para enfrentarnos a toda clase de dificultades y problemas en la vida, hace ya cientos de años que la especie humana habría dejado de existir. Nuestros antepasados primitivos desarrollaron la capacidad de resolver eficazmente las dificultades tremendas con que se encontraron para poder llegar a subsistir.
Por eso, es fundamental desarrollar desde los primeros años la afirmación verbal por medio del aprendizaje y enseñar al niño a tener un criterio propio que le permita hacerse fuerte frente a estados emocionales paralizantes como la ira, el temor y el pánico, que nos impiden pensar con toda claridad y eficacia.

Capaces de vivir sin nosotros
Es curioso que las personas que más manipulan desde niños sean precisamente las personas más inseguras. Tenemos todo el derecho a juzgar nuestro propio comportamiento, nuestras emociones y pensamientos y asumir con responsabilidad iniciativas y actos con todas sus consecuencias. Esto es así porque si nos dejamos llevar de la opinión de los demás, jamás sabremos a qué atenernos puesto que emitirán sobre nosotros tantas opiniones distintas, cuantas sean las personas que lo hagan.

Hemos de enseñar a nuestros hijos a tener una opinión sobre sí mismos y a no dejarse influenciar, chantajear y manipular por los juicios positivos, negativos o neutros que sobre ellos emitan los demás. El niño debe ejercitarse en el derecho que tiene a la propia afirmación y tomar sobre sí, de manera gradual, la responsabilidad sobre su existencia, despojando a los demás de esa responsabilidad. En definitiva, de lo que se trata es de hacer a nuestros hijos capaces de vivir sin nosotros.

La forma más frecuente de manipular al otro es la de hacerle sentirse culpable constantemente. Esta medida la utilizamos con demasiada frecuencia padres y educadores para que nuestros hijos hagan lo que deseamos por no soportar verse a sí mismos como seres culpables y dignos de desprecio. Pero esta medida es esencialmente nefasta, ya que enseñamos al niño y adolescente a albergar sobre sí mismo las mismas expectativas que alimentamos nosotros como manipuladores.
 En nuestro favor obligamos al niño a abdicar de su propia dignidad y del respeto sobre sí mismo y de ir adquiriendo la responsabilidad de gobernar plenamente su propia existencia.

Vivir en libertad 
Puesto que educar no es otra cosa que hacer posible que nuestros hijos sean capaces de vivir sin nosotros, no podemos educar si no educamos en, por y para la libertad. En definitiva, enseñarles a tener un criterio no es otra cosa que educarles para la responsabilidad, para el amor y para el respeto a los demás, pero, también, para sí mismos.

Los padres debemos saber asumir que la vida de cada ser humano le pertenece a él mismo y, en consecuencia, ni siquiera nosotros como padres, y mucho menos las demás personas, tenemos derecho a manipular, programar y organizar a nuestro gusto las vidas de nuestros hijos.
Para ser “ellos mismos”, necesitan el respeto de quienes les educan y el ejemplo de actitudes consideradas y de libertad para emitir sus primeros juicios sobre personas, cosas y situaciones sin sentirse coaccionados.
Sin duda aparecerán fricciones y tensiones entre la autoridad y la libertad que se suavizarán y superarán con facilidad si sabemos armonizar y conjugar la autoridad y la firmeza con la tolerancia y la comprensión.
La libertad bien entendida necesita de la autoridad como apoyo ofreciéndole garantías de confianza y seguridad.

Ni permisivo, ni autoritario 
La permisividad, el autoritarismo y el paternalismo, son enemigos de la afirmación personal equilibrada y del criterio propio.
La permisividad como constante, termina por convertir al niño en un libertario. El autoritarismo hace de él una persona dependiente y conformista y el paternalismo lo debilita y manipula mediante el chantaje afectivo.

A nadie se le escapa que todo aprendizaje de la libertad comporta unos riesgos que padres y educadores no tenemos más remedio que asumir si pretendemos hacer de niños y adolescentes personas responsables. En consecuencia, hemos de saber perder el miedo a la libertad para poder educar.
Hay que saber dosificar la cantidad de libertad que debemos dar a nuestros hijos para hacer posible esa reafirmación de la propia personalidad y el aprendizaje de la toma de decisiones por sí mismos.

Aprender a dar libertad
No es bueno generalizar, pero como orientación sugiero lo siguiente: hay que dar más libertad a un niño (o adolescente) a medida que vaya siendo mayor de edad, sea mejor su conducta y cumpla con sus obligaciones, demuestre una mayor capacidad crítica, autocontrol y sentido de la responsabilidad y nos haya demostrado mayor experiencia en el uso de esa misma libertad.

Como acabamos de ver, sólo es posible que adquieran criterio propio, determinación, autonomía y afirmación de la propia personalidad si facilitamos las cosas para que nuestros hijos accedan al uso de la libertad de manera gradual, conjugando la autoridad, la comprensión, el amor y el respeto a tomar sus propias decisiones en la vida.

La libertad necesita además la existencia de unas normas claras que den seguridad. El niño y el adolescente deben saber a qué atenerse. Por eso, el saber mandar es mitad ciencia y mitad técnica, y quien ejerce algún tipo de mando ha de tener bien claro que las normas impuestas deben ser educativas y no coartar el libre y sano desarrollo de la libertad en nuestros hijos

lunes, 28 de abril de 2014

COMO INCULCAR EL RESPETO EN LOS HIJOS


¡Qué niño tan maleducado! Cómo inculcar el respeto!
La familia.info

«Estos niños de ahora no conocen el respeto», «qué maleducados son»… Desafortunadamente, comentarios como estos se escuchan con frecuencia. Para evitar que los hijos se hagan acreedores a este tipo de comentarios, es necesario aplicar lecciones prácticas como las que presentamos en esta nota.

Es un hecho se le ha restado importancia a este tema y las consecuencias son lamentables. Pía Orellana de la Revista Hacer Familia así lo expresa: «los padres hemos relegado a un segundo plano este aspecto de la educación. Si la niña no saluda, es porque "es tímida". Si salta arriba de los sillones, se debe a que "es tan alegre y tan llena de energía". Cuando se abalanza sobre la comida es porque "por suerte es buena para comer". Y si se niega a cumplir una orden, la razón es "que tiene mucha personalidad"».

La filósofa Solange Favereau, también opina al respecto: «Hay cierta confusión, porque hoy está la mirada de que los niños tienen que ser auténticos, espontáneos, libres. No es que los padres no quieran enseñarles buenos modales, sino que hoy no existe conciencia de que se deben enseñar».

Es necesario entonces, establecer una gran diferencia entre la naturaleza infantil y el comportamiento descortés en los niños. La primera, se refiere a la estupenda esencia que acompaña esta etapa caracterizada por la espontaneidad, actividad, creatividad, franqueza, entre otros, la cual se debe ir transformando en una esencia madura a medida que se avanza en edad. Por consiguiente, la buena educación parte de esa genialidad infantil sin cohibirla, ni negarla -pues no son adultos-, sino que busca que el niño interiorice el comportamiento social que será determinante en su futuro. Asimismo, las buenas maneras van mucho más allá de unas “simples normas de etiqueta”; son una expresión de valores tan importantes como el respeto, la obediencia, amabilidad, reciedumbre, tolerancia; lecciones que se brindan en la familia, sin duda.

La buena educación se aprende en casa

Un niño bien educado será un adulto respetuoso, tolerante y preparado para convivir con los demás. Estas son acciones puntuales a desarrollar en casa:

Buen ejemplo. Las lecciones siempre deben ir acompañadas del ejemplo. Si los padres lo enseñan, también lo deben aplicar en su propio comportamiento, de lo contrario, perderán toda autoridad sobre sus hijos y se entorpecerá el proceso educativo.

“Gracias”, “por favor”, “disculpa”. Tres palabras claves que los padres deben enseñar a sus hijos y ratificar cada que se presente la oportunidad.

Saludar y despedirse. Actos sencillos y cotidianos, pero determinantes. No importa la edad del niño, desde pequeños deben acostumbrarse a saludar y despedirse cuando llegan o salen de un lugar.

Respetar las pertenencias de los otros. Los niños disfrutan al curiosear cajones, armarios y carteras, pero muchas veces no es apropiado.

Modales al comer. Sólo se aprenden cuando la familia se reúne en la mesa para tomar los alimentos, por eso es conveniente evitar que cada quien cene en sus habitaciones como seres aislados.

Mirar a los ojos cuando les hablan. Es comunicación no verbal, expresa que el otro merece atención y respeto, además denota seguridad, transparencia y confianza.

Evitar los caprichos. Con la comida, dormida, clima, comodidades, etc. Guarda relación con la reciedumbre y la capacidad de adaptarse a las diversas circunstancias; así es la vida real.

Lenguaje apropiado. Las palabras de mal gusto, así como los gritos, además de inapropiados, son irrespetuosos.

Compartir y ceder. Respeta el gusto de los demás niños, respetar el uso de la palabra, son algunos ejemplos.

Comportamiento del cuerpo. Corregirles cuando patean el asiento de adelante, suben los pies a las sillas, gritan, corren en espacios no aptos... Este tipo de comportamientos suelen incomodar a las otras personas y los padres deben ser conscientes de ello.

En la adolescencia. Muchas de las anteriores siguen siendo vigentes en esta edad, se le suma el hecho de hablar y opinar sin ofender a los demás.

Al observar el comportamiento en sociedad de sus hijos, debe reforzar los detalles que determinan la buena educación.
Finalmente, el gran reto de los padres está en lograr que sus hijos interioricen el respeto y la buena educación, hasta que lleguen al punto de que ellos mismos actúen en consecuencia por convicción propia.

sábado, 5 de abril de 2014

Los niños y adolescentes que duermen poco tienen más riesgo de sufrir obesidad

Los niños y adolescentes que duermen poco tienen más riesgo de sufrir obesidad
Europa Press, 
20-02-2014
Los niños y adolescentes que duermen poco, menos de 10 horas en edad escolar, pueden activar los genes responsables de la obesidad, según ha concluido el estudio elaborado por un grupo de pediatras del Hospital Josep Trueta de Girona y que forma parte del Instituto de Investigación Biomédica de Girona.

El artículo científico, liderado por el doctor Abel López Bermejo y publicado en la revista ‘International Journal of Obesity’, constata que la falta de sueño se asocia a la obesidad de los niños antes de que empiecen la pubertad, sobre todo si presentan un riesgo genético.
Así, el estudio ha considerado que los niños tendrían que dormir un mínimo de 10 horas y los adolescentes 8 horas, puesto que descansar menos tiempo de lo que se valora como óptimo es uno de los mecanismos que explica un crecimiento del riesgo de ser obeso.
Los responsables del artículo han recordado que la obesidad continúa aumentando en países desarrollados como EE.UU. -donde el 60% de la población tiene sobrepeso u obesidad- porque, aparte de dormir poco, se relaciona con un estilo de vida menos saludable, tanto en dieta como en actividad física.

La investigación es el resultado de un estudio clínico realizado entre 2009 y 2011 -a 300 niños de entre 5 y 10 años- y ahora se tendrá que confirmar a través de un estudio experimental, puesto que todavía se desconoce por qué la causa de dormir poco incrementa el riesgo de ser obeso.

lunes, 24 de marzo de 2014

LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA

LA COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA
La familia.info

No hay duda de que la buena comunicación es fundamental en las relaciones personales, tanto en las relaciones de la familia como en las externas con los demás. También es cierto que comunicarse no es solo hablar, es también saber escuchar y observar al otro. En la familia suele ser habitual que los padres y madres dediquemos mucho tiempo a hablar, dar la charla, repetir y volver a decir determinadas cosas a nuestros hijos sin que ese mensaje tenga la efectividad que se pretende. A pesar de no conseguir el resultado que se busca, muchas personas insisten en el mismo sistema. Cuando uno repite lo mismo, suele obtener el mismo resultado. Si este es negativo la insistencia no cambia esa tendencia, para que ocurra algo distinto, habrá que hacer algo diferente, no es así?

Nos referimos a dejar de repetir para pasar a preguntar, dejar de repetir y pasar a observar un poco más, procurar que nuestro mensaje sea claro y corto, impactante, directo y que, cuando sea necesario pueda dejar sitio para la responsabilidad de los hijos.  No debemos olvidar que las personas tenemos un punto de vista personal y nuestro que no tiene porqué coincidir con el de los demás y, en especial, con el punto de vista de nuestros hijos. A los hijos también hay que enseñarles la habilidad de ponerse en el lugar del otro y eso se hace desde el ejemplo, o sea, haciendo eso mismo con ellos. Dejarles tiempo para que lo piensen, dejar que, a su ritmo lo vean de otro modo, puede ser necesario para que ellos lo vean de otro modo.

Las familias tienen muchas formas de promover la comunicación y el diálogo, a través del juego, aprendiendo y enseñando a resolver conflictos, animándoles a que prueben distintas formas de hacer las cosas, a través de los temas que aparecen en televisión o en los vídeo juegos, o aprovechando cualquier tema cotidiano que ellos puedan entender o trasladar a una situación similar. Es importante dejar un tiempo, a diario si es posible, para charlar un rato o intercambiar impresiones. No es necesario que sea mucho tiempo, ni que sean temas trascendentales, pero dejando estos espacios, se alimenta la costumbre de hablar se practique de forma habitual la habilidad de comunicarse.

No hay que tirar la toalla, por muy complicado que pueda ser algún momento o alguna etapa de los hijos, vale la pena estar ahí, seguir ahí. Lo que mejor se comunica es lo que se hace, lo que se lleva a la práctica, no lo que se dice que hay que hacer, sino lo que cada uno realiza en sus acciones y conductas cotidianas. Probablemente todos podemos mejorar en algo nuestra comunicación, tan solo hay que querer hacerlo y comprometerse con ello, no solo pensando en los demás sino en los propio. ¿Cuánto tiempo hace que no te dedicas más a escuchar que ha decir lo que piensas? ¿Sabes lo que piensan tus hijos en relación a temas importantes? ¿Se habla de estos temas en casa?


Las personas también tenemos que aprender a pensar, a razonar y a experimentar la agradable sensación de poder cambiar de opinión alguna vez, estamos en nuestro derecho y es un derecho de los demás. Nuestros puntos de vista pueden cambiar y evolucionar con nuestra vida y con nuestras experiencias. Si nuestros hijos cambian en los rasgos físicos, ocurrirán cambios también en su forma de pensar. No dejemos de conocerles

domingo, 2 de marzo de 2014

El 70% de los adolescentes que presentan adicciones tienen un trastorno mental

El 70% de los adolescentes que presentan adicciones tienen un trastorno mental
La familia info


El 70% de los adolescentes que presentan adicciones a sustancias tienen alguna patología psiquiátrica asociada, según ha informado el doctor de la de la Unidad de Conductas Adictivas en Adolescentes del Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona, Javier Goti.

Se trata de una cifra que, a su juicio, pone de manifiesto la necesidad de conocer el estado actual de las evidencias respecto al abordaje terapéutico, psicosocial y farmacológico en los pacientes duales adolescentes, que son casi la mayoría de los que consultan por trastorno por uso de sustancias.

Y es que, la prevalencia del consumo de sustancias como el cannabis o la cocaína por parte de adolescentes y adultos jóvenes en España se encuentra entre las más altas de Europa. De hecho, los adolescentes españoles se sitúan en el tercer lugar del mundo desarrollado en cuanto al consumo de cannabis, por detrás de Canadá y Suiza, y uno de cada cuatro jóvenes menores de 15 años ha consumido esta sustancia en el último año.

A este consumo se le suma el del alcohol, que ha aumentado "espectacularmente" en los jóvenes menores de 18 años, así como los problemas derivados del mismo, ya que cerca del 40% de los adolescentes aseguran haberse emborrachado alguna vez en el último mes.

Estas tendencias podrían estar relacionadas con una mayor disponibilidad de sustancias y con el fenómeno de "normalización" de su uso que, a juicio del experto, podría estar afectando especialmente a los que padecen problemas emocionales y conductuales, aumentando su vulnerabilidad para el desarrollo de patología dual.

"En la población adolescente en nuestro entorno cultural, la causa más prevalente de consulta por problemas vinculados al consumo son los trastornos por uso de cannabis", ha apuntado Goti. En este sentido, la Sociedad Española de Patología Dual ha alertado de que el consumo de cannabis, cocaína y drogas de diseño entre la población adolescente puede derivar en dificultades en la adaptación psicosocial.

Asimismo, y además de favorecer la aparición de enfermedades psiquiátricas en edades cada vez más tempranas, puede jugar un papel importante en el fracaso escolar, que en España se sitúa entre el 25 y el 30% de jóvenes que no terminan sus estudios de secundaria.

"Respecto a la patología psiquiátrica añadida, los trastornos que con más frecuencia se asocian en población adolescente son los denominados trastornos por conducta disruptiva, comportamientos impulsivos o inapropiados que no se ajustan a las normas socialmente aceptadas, seguidos por los cuadros depresivos", ha apostillado el psiquiatra.

Por todo ello, los expertos coinciden en la necesidad de incluir en los programas y guías sobre el manejo de los trastornos por uso de sustancias (TUS) en estos pacientes estrategias destinadas a detección e intervención precoz. En concreto, datos de un estudio sobre comorbilidad en niños y adolescentes demuestra que en el 90 por ciento de los casos el inicio del trastorno mental precede al del TUS en, al menos, 5 o 10 años.

"Un enfoque preventivo precoz sería menos costoso y tendría mejores resultados que las intervenciones que se realizan cuando se confirman ambos diagnósticos en edades posteriores", ha explicado Goti, quien ha aseverado que el desarrollo de programas preventivos es "muy importante", aunque ha reconocido que el problema es que el estudio sobre su eficacia "no es fácil".

Terapia de grupo
Por otra parte, el experto ha informado de que la terapia grupal es un recurso que puede ser útil en diferentes niveles de un proceso terapéutico en adolescentes con trastornos por uso de sustancias. Tradicionalmente ha sido una de las estrategias más estudiadas, tanto por razones de coste-efectividad como por sus ventajas terapéuticas.

A la vez, en los casos de patología dual, la implementación de terapias grupales plantea retos y dificultades específicas, en tanto y cuanto el abordaje terapéutico debe contemplar cada caso de forma individualizada. "En la juventud, los iguales tienen una influencia primordial, no solo en el inicio, mantenimiento y abandono del consumo, sino también en la construcción de la identidad", ha destacado.

La vinculación al grupo facilita también la adhesión de los jóvenes al programa de tratamiento, les permite aprender de las experiencias de otros y les ofrece oportunidad de practicar nuevas habilidades interpersonales que luego pueden utilizar en el exterior. Además, el grupo ejerce una presión positiva y crea un clima de afecto y apoyo mutuo muy útil a la hora de provocar cambios.


"Existen programas de intervención grupal psicoeducativa, destinados a la prevención indicada o selectiva, tanto con jóvenes como con sus familiares. Existen igualmente diferentes formatos de intervención grupal diseñados para el tratamiento de adolescentes con patología dual. Los contenidos de tales programas difieren según los objetivos o el marco teórico. La utilización de un formato u otro de terapia debe estar adaptada a cada caso de forma individualizada, en función de la situación clínica o de los objetivos planteados", ha zanjado Goti.

lunes, 17 de febrero de 2014

Tres lecciones que no pueden faltar en la educación de los hijos

Tres lecciones que no pueden faltar en la educación de los hijos
fuente: La familia.info

En general, lo que todo padre busca es que sus hijos sean hombres y mujeres con calidad humana, personas íntegras, que hagan el bien; tanto a ellos mismos, como a la sociedad. A nuestro criterio, para lograr dicho objetivo, se necesitan tres enseñanzas principales, que necesariamente deberán ir acompañadas de muchas otras; sin embargo, este artículo pretende dar “señales” que servirán a los padres de guía para tomar el camino correcto en la educación.


Primera enseñanza: Educar la voluntad
 Es la base de la autodisciplina y la autorregulación, en primer grado; la obediencia, la reciedumbre, el esfuerzo y otras, en segundo grado. La voluntad combate la pereza, la negligencia y la flojera; por eso es un eficaz antídoto contra los vicios.

Gracias a la voluntad, el ser humano asume el control de sí mismo, pues desarrolla la capacidad para postergar deseos y para afrontar con una actitud acertada las situaciones que se salen de la zona de confort.

Otra gran maravilla de la educación de la voluntad, radica en que los padres evitan caer en una conducta sobre protectora que tanto daño hace en los hijos -inmadurez, inseguridad, dependencia, debilidad, nerviosismo, timidez, poca tolerancia al fracaso, escasa capacidad de adaptación-.

Es pues la voluntad, un elemento fundamental en el proyecto educativo de los hijos, el cual debe comenzar en los primeros años de vida, desde que los padres no ceden al llanto de su pequeño ante un capricho y más adelante cuando deben cumplir sus deberes escolares, organizar su habitación, etc.

Pautas a seguir:

Dosificar los regalos.
Exigirles de acuerdo a la edad.
No permitir que dejen las cosas sin concluir.
No hacerles las cosas que ellos mismos están en capacidad de realizar.
Realizar actividades que supongan esfuerzo y perseverancia.
Invitarlos a que se tracen proyectos a mediano y largo plazo.
En adolescentes y jóvenes, dejarlos asumir responsabilidades.
Darles las herramientas para superar los obstáculos, no hacer las cosas por ellos.
Dejarles que tomen cierto tipo de decisiones, les ayuda a formar su criterio.
Segunda enseñanza: Valorar a los otros, tanto como a sí mismos

Dos conceptos que deben ir de la mano: auto-estima y estima por los demás. Estimar a los demás es salir del egocentrismo, egoísmo y todo lo que parte del “ego”, para así valorar y darse a los demás. Esta enseñanza cobija los valores fundamentales de la interacción social: empatía, generosidad, comprensión, prudencia, respeto, amabilidad, honestidad, servicio, solidaridad y tolerancia.

Ahora, para tener una buena relación con los demás, hay que tener una buena relación consigo mismo. La autoestima brinda seguridad, firmeza, positivismo y determinación. Además, proporciona la capacidad de resolver problemas graves porque se afrontan con optimismo, lo que certifica una mayor tolerancia al fracaso.

Tercera enseñanza: Ser buenos y hacer el bien
 Reúne las dos enseñanzas anteriores. La rectitud sólo se logra si se ha educado la voluntad, igualmente si se tiene estima por uno mismo y por los demás.

El valor que mejor representa la rectitud es la bondad, la cual se define como: "Inclinación natural a hacer el bien. Desea y practica el bien con las personas, como resultado de poseer un corazón limpio y lleno de amor. Dulzura, suavidad y amabilidad de carácter.” *Definiciones de valores por Regino Navarro Ribera.

"Este valor se vive este cuando en las palabras e intenciones hay amor, cuando no se guardan resentimientos ni deseos de venganza, cuando no se queja de lo que le falta, sino que agradece cada cosa que Dios le da y acepta a quienes son diferentes. Y no se vive cuando… Se siente envidia por los logros de los demás, se es ajeno a las necesidades del otro, cuando se es poco comprensivo, y finalmente cuando primero estoy yo que el otro." *Valores en práctica por Regino Navarro Ribera.

Las anteriores enseñanzas deberán ir acompañadas de tiempo, dedicación, autoridad asertiva y por supuesto mucho amor. El éxito de las anteriores, sólo se logra si se ha creado un lazo paternal de confianza y cercanía. Se necesita tiempo para dialogar con los hijos, conectarse con ellos y poder conocerlos a fondo. Todo esto es fundamental para lograr los objetivos educativos para los hijos.


“El porvenir de un hombre no está en las estrellas, sino en su voluntad y en el dominio de sí mismo”  William Shakespeare