lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Por qué no obedecen los hijos?

¿Por qué no obedecen los hijos?
La familia.info
La obediencia es a los hijos, como la autoridad es a los padres. Son dos elementos que se fusionan y depende el uno del otro. En palabras más sencillas: sin la autoridad de los padres no puede haber obediencia de los hijos.

“La ausencia de autoridad de los padres, es decir, la ausencia de normas, de límites, de acciones que deben ejecutar, desconcierta a los hijos. Les hace sufrir porque desconocen el camino a seguir. Cuando el niño sabe exactamente lo que se espera de él, conoce los límites y normas que debe cumplir, cuando se le exige acompañado de cariño, el niño se siente seguro, tiene referencias y nosotros por tanto estamos ejerciendo bien la autoridad”. Explica María Bilbao en su artículo de Sontushijos.org.

Ejercer la autoridad es enseñar valores a nuestros hijos, es ayudarles a madurar, es darles los cimientos para toda una vida futura, es formarlos en base al respeto, el amor y cumplimiento de las normas. Muy diferente al autoritarismo, el cual busca imponer sin importar el beneficio de los demás, pues lo hace para demostrar su poder.

Los padres que se dejan manipular por sus hijos
Una de las consecuencias que acarrea la ausencia de autoridad paterna, es la manipulación de los hijos. Lo cual es lógico, cuando los padres no tienen una postura firme sino que son como veleros que se van para donde sople el viento, los hijos toman el mando de control y los padres quedan relegados.

"Los hijos desde la cuna, inconscientemente, manipulan a los padres. Saben que si piden algo insistentemente, lo terminarán consiguiendo. Pero ahí no hay abuso ni mala fe, hay solamente la necesidad de cubrir una necesidad, que es la de la alimentación, la de la limpieza, la del dormir y la de que le alivien algún dolor que le aqueje. Los padres entienden perfectamente esta necesidad del hijo pequeño y con mucho gusto, se dejan manipular.

Pero a medida que los hijos se van haciendo mayores y llegan a la preadolescencia y a la adolescencia, empiezan las verdaderas manipulaciones, que posteriormente se convierten en abusos y hasta en agresiones, dependiendo de la calidad y cantidad, de los conceptos que les hayan sido permitidos, consentidos y acostumbrado. Es la manipulación, en las distintas fases de la vida de los hijos." Señala el autor Francisco Gras en micumbre.com

Así pues, vemos el papel protagónico que cumple la autoridad en la educación de los hijos, la cual debe iniciarse en el mismo momento en que el ser humano sale del vientre de la madre y culmina una vez los hijos se han ido del hogar a conformar su propia historia familiar.

Consejos para ejercer una autoridad asertiva
En la mayoría de los casos, cuando los hijos no obedecen, se debe a una autoridad mal ejercida o simplemente ausencia de autoridad. Las órdenes, normas y límites deben cumplir algunos requisitos básicos:

Normas claras, directas y puntuales: hay que manejar un lenguaje apto para la edad de cada hijo, de forma que ellos comprendan lo que deben hacer.

Pocas normas al mismo tiempo: para los más pequeños, es necesario impartir una o máximo dos órdenes a la vez. Algunas veces las mamás parecen recitando un poema de tantas exigencias que hacen en una sola frase. La capacidad de los niños, aún no permite digerir todas ellas juntas, por eso se debe enfocar las más importantes.

Establecer límites: horarios de estudio, de descanso y de entretenimiento. Por ejemplo: el tiempo para los videojuegos será de una hora después de hacer los deberes. Terminado ese periodo de tiempo, el juego debe terminar. En el caso de los adolescentes, los padres deben establecer una hora de llegada a casa y exigir su cumplimiento.

Tono de vos: no debe parecer rogando o pidiendo un favor, pero tampoco gritos o exclamaciones violentas. La clave es un tono que denote seguridad y firmeza por parte de los padres.

Contacto visual: siempre que quiera establecer una comunicación directa con sus hijos, mírelos a los ojos fijamente y acomódese a su estatura. De esta forma hay mayor incidencia y se establecen códigos directos que permiten una mejor conexión.

Coherencia de los padres: entre lo que se dice y lo que se hace. Los hijos están en permanente observación de sus padres y captan de inmediato cuando algo falla en ellos.

Cumplir lo que se dice: si amenaza con un castigo y no lo cumple, los hijos no lo seguirán respetando porque saben que sus padres tarde o temprano levantarán la penalidad. Si le dice a su hijo que no puede ver televisión, manténgase en su posición así se presenten lloriqueos y pataletas. Si se comete el error de levantar el castigo, el hijo sabrá que con esa actitud logrará desequilibrar al padre y quebrantar la promesa.

Un punto intermedio: ambos extremos, autoritarismo y permisividad, no son para nada recomendables. En el primero, se presentarán fatales consecuencias como anular la personalidad del hijo, se le dificultará tomar decisiones propias, se volverá una persona sumisa, sin autodominio ni determinación y peor todavía, sentirá temor de sus padres.

¿Hijos desobedientes?: Revisa tu autoridad
Como hemos mencionado, cuando los hijos no obedecen es porque algo está fallando en la autoridad de los padres, veamos por qué:

Las órdenes son confusas.
El no cumplimiento de las normas del hogar no llevan a ninguna consecuencia, entonces no tienen sentido su cumplimiento.
Es fácil quebrantar la norma, pues los padres son laxos y terminan cediendo.
Los padres han perdido toda su autoridad frente a los hijos, pues son estos últimos quienes disponen y deciden qué hacer.

Se han presentado situaciones difíciles en la familia (separación de los esposos, muerte cercana, enfermedades, etc.) que hacen bajar la guardia a la autoridad.

domingo, 1 de diciembre de 2013

“Educar en valores es la gran herencia que podemos dejar a nuestros hijos”

“Educar en valores es la gran herencia que podemos dejar a nuestros hijos”
Laura Peraita - ABC, 29 de noviembre 2013.
Pedro Núñez Morgades, presidente del Consejo Asesor de la Fundación Legálitas, asegura que no somos conscientes de la trascendencia de una buena educación.

¿Cree que las familias están lo suficientemente comprometidas con la protección de sus hijos en las redes sociales?
No somos conscientes de la trascendencia que la educación tiene para nuestros hijos. Para protegerles hay que transmitirles valores como la responsabilidad, el respeto, la empatía, la asertividad, saber decir que no al grupo, el esfuerzo... La educación en valores es la gran herencia que podemos dejar a nuestros hijos. No nos damos cuenta de que más vale prevenir que curar. Deberíamos educarles todos: padres, profesores y también abuelos, que hemos pasado de ser meros canguros a educadores. La educación es la clave y con ella nos ahorraríamos muchos disgustos.

Si es la clave, ¿por qué no se centran en estos valores los padres?
Nos encontramos en un momento históricamente nuevo porque las nuevas generaciones saben más que sus padres en temas como las nuevas tecnologías y no nos debe dar vergüenza decir a nuestros hijos “vamos a navegar juntos y enséñame lo que no sé”. De todas formas, todos insistimos en la necesidad de educar a nuestros hijos, pero creo que no lo hacemos con la suficiente contundencia. La teoría es muy fácil decirla, pero en muchas ocasiones hace falta que los padres refresquen ciertos conocimientos y, si lo que queremos es proteger a los menores de las redes sociales, primero hay que aprender, no su uso ni su práctica, más bien sus riesgos. Además, muchas veces los padres cierran los ojos a este respecto. Deben ponerse al día porque la gran mayoría piensa que es función de los educadores, que también, pero no hay que delegar en ellos toda la educación de nuestros hijos.

¿Es una buena opción acudir a las escuelas de padres?
Sí, efectivamente. Pero deben acudir los dos porque en el 90% de los casos las madres van solas. Desgraciadamente vivimos aún en un sistema matrialcal y los padres no comparten su parte de responsabilidad en la pareja como padres. Cuando llegan a casa dicen a su mujer ¿te ayudo? si ven, por ejemplo, que está bañado a los niños. ¿Cómo que te ayudo? No asumen que es su responsabilidad también. Yo no veo un avance elocuente en este asunto. Es una lástima que aún las mujeres se sienten responsables de todas las tareas y, si la familia fracasa, la mujer piensa que es por su culpa. Eso es tremendo.

¿Cómo cree que se puede cambiar este panorama?
Las mujeres deben plantarse ante la pareja. Deben decirle que no aceptan un ¿te ayudo? porque las tareas son igualmente comunes.


martes, 15 de octubre de 2013

LOS MIEDOS, COMO SUPERARLOS


LOS MIEDOS, COMO SUPERARLOS
Lafamilia. Info

Sentir temor de forma moderada es algo natural, sin embargo, cuando ese miedo se vuelve incontrolable y empieza a afectar a la persona más de lo normal, es cuando surge el verdadero conflicto.
El miedo es el sentimiento que surge como respuesta a un peligro o amenaza, real o imaginario. Es un mecanismo de defensa, es la expresión de nuestra dificultad para lograr la armonía entre lo que somos y lo que queremos ser.

¿Por qué surgen los miedos?
Numerosas investigaciones demuestran que el ser humano nace libre de miedos, pues él los aprende a lo largo de la vida. ¿Y de qué o quién los aprende? Del entorno en donde se desarrolla la persona, de los padres, demás familiares, de la educación, y de la sociedad en general. Por ende, la educación cumple un papel determinante en la transmisión y/o percepción de los medios, pues como vemos, algunos de éstos son transmitidos.
Sin embargo, hay varios orígenes de los miedos. Otros por ejemplo, surgen a partir de situaciones traumáticas, trastornos, vivencias pasadas, las cuales dejan secuelas en la vida de las personas provocando inseguridad, falta de confianza en sí mismo y baja autoestima.
En última instancia, existen otros miedos propios del carácter y la personalidad, que están arraigados a la forma de ser.

Tipos de miedos
No todos los miedos son iguales, hay varios tipos y de acuerdo con eso, diferentes tratamientos:
Miedo y ansiedad: existe una diferencia entre el miedo y la ansiedad. 
El primero se refiere a sentimientos de temor sobre peligros de carácter tangible del mundo exterior, mientras que la segunda se relaciona con sentimientos de temor difíciles de vincular a fuentes tangibles de estimulación; sus orígenes son inciertos. 
La ansiedad se siente siempre y cuando las respuestas producidas ante una señal de peligro sean ineficaces, y se mezcla a menudo con el miedo. A la ansiedad se le ha llegado a llamar "miedo sin objeto".
Los agudos: son provocados por estímulos o situaciones tangibles y que se disipan con facilidad cuando se retira o evita el estímulo que los ha originado. Por ejemplo, miedo a algún animal, a las alturas, al odontólogo.
Los neuróticos: son los que bloquean nuestras capacidades. Estos miedos neuróticos nos paralizan y nos impiden dar la respuesta adecuada para superarlos. Son miedos internos, propios.
Los crónicos o fobias: son más complejos y pueden estar o no ligados a un origen tangible que los provoque. Las fobias son miedos desproporcionados que requieren ser tratadas por un profesional especialista en el tema.

Miedos más frecuentes:
Son muchos, sin embargo, analizaremos los cuatro más relevantes:
◦Miedo al rechazo social: es el temor a no sentirnos aceptados y amados por los que nos rodean por el hecho de mostrarnos ante ellos como seres limitados y con frecuencia incongruentes.
Este miedo viene principalmente de: situaciones pasadas de la infancia, cuando fuimos rechazados y humillados; la angustia existencial que vivimos todas las personas en algún momento; el temor a ser rechazados en el futuro y el temor a no dar la talla de los que los demás esperan de nosotros.
◦Miedo al cambio: miedos a los cambios producidos en nosotros, en las personas que nos rodean o a las áreas que más nos afectan, como el trabajo, la familia, etc. Tenemos miedo a presentarnos ante los demás como somos, con nuestros aciertos y fracasos. Miedo a que los demás no se adapten a nuestra forma de ser.
◦Miedo a la soledad: es uno de los miedos más universales. Muchas veces nos refugiamos en el primero que llega para escapar de nuestra soledad, cayendo así en una relación de apego y no de amor.
◦Miedo al mal, al sufrimiento y a las pérdidas: guerras, violencia, terrorismo, hambre, catástrofes naturales, desempleo, muerte, carencia de salud, conflictos…

¿Cómo superar el miedo?
Hay que ir poco a poco, para superar el miedo se necesita un proceso que requiere voluntad y firmeza. Algunos psicólogos aseguran que la mejor manera de superar los miedos es irse exponiendo a ellos poco a poco. Sin embargo, antes de hacer esta exposición, deberá seguir las siguientes indicaciones:
Para empezar a trabajar el miedo, lo primero que debe hacer es reconocer y aceptar que tiene miedo. Aunque suene fácil, es este primer paso el que obstaculiza su superación.

Segundo, deberá auto-examinarse para identificar a qué le teme, encontrar la causa. Una vez identificada, determine qué puede hacer, cambiar o eliminar en su vida para afrontar ese miedo.
También, tendrá que fortalecer varios aspectos de la personalidad que en varias ocasiones son las que impiden el destierro del miedo como, la auto-estima, la seguridad y confianza en sí mismo. Es importante además que la persona esté en plena disposición de cambiar esa atadura que le provoca el miedo, que se convenza de que es capaz y se fortalezca espiritualmente para lograrlo.


martes, 24 de septiembre de 2013

¿QUE HAY DETRÁS DE DESORDEN DE LOS HIJOS?

¿Qué hay detrás del desorden en los hijos?
LaFamilia.info
Algunos son ordenados por naturaleza, mientras que para otros ésa es su batalla diaria. Detrás del desorden se esconden algunas causas, lo interesante es que cuando las personas identifican el “porqué” de su comportamiento, les resulta más fácil corregir esta debilidad. Los especialistas afirman que generalmente, hay otras situaciones que pueden disfrazar la incapacidad para conservar el orden, como las que se describen a continuación.
Inseguridad. En algunos casos puede haber dependencia o apego a las cosas materiales, pues de cierta forma, las pertenencias pueden proporcionar seguridad. Por lo tanto, deshacerse de ellas, genera temor y ansiedad. Surge entonces la acumulación y así el desorden. Una situación de esta índole, puede llegar a convertirse en un tropiezo en la vida de la persona y en su convivencia con los demás.
Demasiada perfección. El deseo de hacer todo perfecto, se convierte en el principal obstáculo a la hora de ordenar, pues nunca quedará tan bien como se desea, eligiendo así posponer la tarea de ordenar antes de hacerla “medio bien”.
Dejarlo todo para después: procrastinar. “Otro día lo hago”, “hoy no puedo”… Procrastinar es sinónimo de diferir, posponer o aplazar. Dejar todo para después, es una de las causas más comunes del desorden, y por lo general ocurre a causa de la pereza, negligencia, o dificultad para manejar el tiempo y establecer prioridades.
El problema radica en que se convierte en costumbre el no hacer a tiempo los pendientes, afectando así la efectividad y el buen desempeño.
Precaución: “guardar para después”. Este tipo de personas les gusta guardar pues consideran que en algún momento las cosas les serán de utilidad. Por consiguiente no desechan, ni regalan nada, formando así pilas de papeles, de ropa o de cosas, la mayoría inservibles.
“Sentimental”. Este tipo de personas guarda porque cada pieza tiene un significado especial y por eso evita desechar. Guarda cierta relación con la inseguridad y el apego, pero esta vez hay un sentimiento de afecto o recuerdo, que la persona no quiere dejar atrás. También son personas que le temen al cambio y se les dificulta “pasar la página” de una relación o situación porque viven de los recuerdos.

Consejos para ser más organizados
Una vez se ha identificado la causa, lo ideal es ejercer un plan de acción para mejorar en este aspecto. Priorizar. Para ser ordenados con el tiempo y las actividades, hay que tener claridad sobre su importancia, por eso anotarlas brinda esa claridad que evita empezar varias tareas sin culminar ninguna y brinda un punto de partida para saber por dónde comenzar.
Una sola cosa a la vez. Así se tendrá plena concentración en la tarea y se podrá concluir con éxito.
No dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. No aplazar las cosas es el primer paso para ser ordenados.
Practicidad. Si el desorden se ha vuelto la “piedra en el zapato”, entonces hay que procurar por hacer todo más sencillo y práctico. Por lo general cuando las personas tienen varias opciones y sitios donde almacenar y depositar cosas, se vuelven más ordenados. La idea es facilitar la vida para que las cosas permanezcan en el lugar que deben.
Desechar. Es una regla para conservar el orden.
Ponerse metas para cumplirlas. Es mejor pocas metas pero alcanzables. Por ejemplo, proponerse arreglar una parte del closet un día y en otra ocasión el resto. Lo importante es comenzar.
La pereza es la madre de todos los vicios. Derribar la pereza es la mejor forma de fortalecer el carácter y progresar en la vida. El orden requiere voluntad y esfuerzo, pero una vez se logra, nace el deseo de conservarlo y no volver atrás.

martes, 27 de agosto de 2013

EL EGOISMO EN LOS NIÑOS ¿COMO MANEJARLO?

EL EGOISMO EN LOS NIÑOS ¿COMO MANEJARLO?
Fuente: Lafamilia.info

La niñez es la etapa donde más actos egoístas se suelen presentar, pues es un rasgo que hace parte del desarrollo de la personalidad. Por esta razón, desde muy temprano los padres deben atender este llamado, y así evitar que un aspecto característico de la edad, se convierta en hábito, lo cual podría tener repercusiones en etapas posteriores.
Alrededor del primer y sexto año de vida, los niños tienden al egoísmo con facilidad. Alfonso Aguiló explica que en estas edades quieren ser los reyes de la casa y capturar todas las miradas: “Una criatura de pocos años parece que todo lo ansía para sí, acumula los juguetes, quizá no repara en que a otros nada les llegue. Pasa por un etapa de acusado egocentrismo infantil en la que gusta considerarse el centro de todo, que se hable de él, llamar la atención...; como Currita Albornoz en aquella novela de Coloma: si asiste a una boda, quiere ser la novia; si a un bautizo, el recién nacido; si a un entierro, el muerto.” Señala el autor de numerosos libros y artículos de educación familiar.
Por eso es tan importante que los padres actúen a tiempo y logren que sus hijos descubran la satisfacción que la generosidad encierra, y reflexionen sobre el desconcierto que queda cuando alguien se comporta de forma egoísta.
CONSEJOS PRÁCTICOS
Las siguientes son ideas que ayudan a los niños a superar el egoísmo. La paciencia, la constancia y el amor que los padres le pongan a este propósito, serán claves para conseguir el éxito.
No forzar a los menores de tres años a compartir.
Es importante iniciar a tempranas edades, pero antes de los 3 años lo indicado es invitarlos a compartir sin forzarlos, pues aún no tienen total comprensión del concepto. Una forma de ir creando conciencia en ellos, es por ejemplo, cuando al visitar otras casas o al recibir visitas en la propia, se le da un bombón para él y otro para su invitado, así estarán en igualdad de condiciones y le será más fácil compartir. Son primeros pasos que darán frutos más adelante.
Seguir un proceso. La psicóloga y profesora en educación infantil, Virginia González expone en un escrito los pasos que se deben ir logrando a medida que los niños crecen como parte de un proceso. Ella explica que “lo primero es ayudarle a distinguir entre lo suyo y lo que no lo es, marcando, por ejemplo, sus cosas con una señal y haciéndole ver también que hay cosas que son de todos y que hay que cuidarlas y dejarlas en su sitio cuando se terminen de usar. El siguiente paso sería enseñarle a intercambiar sus juguetes, que acepte prestar la pelota a cambio del cubo y la pala. Por último, aprenderá a regalar: haciéndole ver que dicha acción hace sentir mejor a los demás, interiorizará la grandeza de ser generoso y, lo más importante, a disfrutar con ello.”
No siempre de primero. Hay que enseñarle a que espere su turno y tolere el hecho de que hay niños que estarán primero que él. Por ejemplo las fiestas de cumpleaños son una magnífica ocasión para enseñarles a compartir, ya sea porque son los homenajeados o los invitados.
Nunca reforzar la conducta egoísta. La autoridad y la firmeza de los padres son determinantes para evitar ceder cuando hacen pataletas por no querer compartir. Es un error declinar en estas situaciones. A largo plazo el más perjudicado será el niño.
Elogiarlo cuando comparta sus cosas. Para los pequeños es muy importante el elogio de sus padres. Esto refuerza el acto positivo (generosidad) y ayuda a erradicar el negativo (egoísmo). Pero tampoco conviene hacer demasiada “fiesta”, no hay que exagerarse en las ponderaciones, pues de esta manera el niño no lo hará por la virtud como tal, sino por ganarse los aplausos de los papás.
Compartir con alegría, como dice la canción. Cuando otro niño se antoje de alguna de sus pertenencias, hay que invitarle a ceder y negociar, pueden turnarse, intercambiar por espacios de tiempo, y así evitar que se forme un drama.
Los libros como medio de enseñanza. Se puede sacar provecho al gusto que tienen niños por la lectura y elegir historias que destaquen valores como la amistad, generosidad y solidaridad. Seguramente les quedará sonando las enseñanzas de los cuentos y las aplicarán en los momentos oportunos.
Que nos vean compartir. Los adultos deben demostrar que compartir conlleva múltiples beneficios, a diferencia del egoísmo que trunca el camino de la felicidad.

jueves, 15 de agosto de 2013

El poder de las palabras y su impacto en las relaciones

El poder de las palabras y su impacto en las relaciones
Fuente: La Familia.info
 
Las palabras son el reflejo de los pensamientos y sentimientos, y tienen un poder enorme, tanto para agradar como para herir a otros. La mayoría de las veces no medimos realmente el impacto que puede tener una palabra.
Decimos cosas sin pensar, no nos damos cuenta de lo que decimos y mucho menos de las consecuencias que se generan a partir de una palabra o expresión negativa. Con las palabras podemos lastimar y ofender a los demás, afectando así las relaciones, el bienestar y la convivencia.
 
Pensar antes de hablar
En medio de las discusiones donde los interlocutores están alterados, suelen ser los momentos donde más palabras desacertadas se emiten. ¿Por qué? La respuesta está en una emoción que muchas veces nos “pasa factura”; el enfado. Los estudios señalan que este sentimiento genera fuertes cambios en el sistema nervioso autónomo, los cuales se ven reflejados en los actos y las palabras.
Leonardo Palacios, neurólogo y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad del Rosario, explica en un artículo publicado por El Tiempo, que toda expresión hablada, sea positiva o negativa, produce una descarga emocional desde el cerebro: “Una palabra negativa o insultante activa la amígdala, estructura del cerebro vinculada a las alertas, y genera una sensación de malestar, ansiedad o ira. Y es ahí cuando la persona tiene dos posibilidades: responder de una manera similar (incluso con una agresión física) o actuar con indiferencia, acudiendo a la razón.”
Por eso, para evitar que las palabras sean “armas” destructivas, hay que hacerlas conscientes, dominar la ira, desarrollar el autocontrol y ser emocionalmente inteligentes.
 
No es lo que se dice, sino “cómo” se dice
No se trata de reprimir los sentimientos ni dejar de expresar las opiniones. Todo se puede decir bajo los términos del respeto, siempre con un trato amable, amoroso y tranquilo. Lo que determina que una crítica sea constructiva o destructiva, es el “cómo”.
El tono de voz, las palabras que se utilizan y los gestos que las acompañan, son determinantes para que un mensaje sea empoderador y bien recibido por el otro; o de lo contrario, se convierta en un foco de discusión y disgustos.
En este aspecto también es importante ser acertados, es decir saber identificar los momentos más oportunos para entablar una plática. Por ejemplo cuando una persona está muy alterada, no es conveniente que se produzca una conversación, en este caso es mejor el silencio que la palabra. Cuando el enojo desaparezca y se retome la calma, entonces será oportuno hablar.
 
Tácticas para evitar ofender con las palabras
Al corregir a los hijos; al expresar un desacuerdo al cónyuge; al pedir una aclaración a un compañero de trabajo, jefe o empleado; a los transeúntes mientras se conduce; al hacer un reclamo en una tienda o restaurante… En múltiples situaciones de la vida diaria se pone a prueba el poder de las palabras. Algunas sugerencias para evitar ofender a otros.
  • En un momento de ira, si siente que no se puede controlar, abandone la comunicación y trate de calmarse. No es el momento para hablar.
  • “Lo que has de decir, antes de decirlo a otro, dítelo a ti mismo” (Séneca). Esta frase brinda una efectiva estrategia para evitar expresar palabras desacertadas.
  • Las emociones se pueden manejar, la mente en este caso es la que manda. Respire profundo y recobre la razón.
  • “No hagas lo que no te gusta que te hagan”. Es un principio de vida y aplica perfectamente en este propósito.
  • Las palabras tienen poder en el subconsciente y pueden terminar convirtiéndose en realidad. Por eso, erradique las palabras negativas y mejor ocupe la mente en pensamientos positivos, pues proporcionan un estado mental tranquilo que ayuda a desvanecer la ira, la depresión, el mal genio y la irritabilidad.
  • Elimine la autocrítica y la crítica a los demás. También los juicios.
  • Ejercite la escucha, muchas veces es más efectiva que el habla.
“Las palabras amables no cuestan nada, pero valen mucho”. Busquemos siempre construir al hablar y no destruir

lunes, 17 de junio de 2013

Contradecir al cónyuge es confundir a los hijos

Contradecir al cónyuge es confundir a los hijos       

LaFamilia.info 17.06.2013

En algunas familias se presenta un desacuerdo entre padre y madre en relación a la autoridad, pues cuando uno de ellos actúa con firmeza, el otro se deja transar ante los deseos y peticiones de los hijos. Este contraste de criterios puede generar conflictos en el matrimonio y confundir a los hijos.

Si uno de los cónyuges niega pero el otro afirma, si uno empuja y el otro detiene, si uno castiga y el otro premia… los hijos perderán el rumbo, no sabrán a cuál padre obedecer y terminarán desatendiendo la autoridad. Lograr un acuerdo para la buena crianza, es una de las formas más efectivas de generar estabilidad y confianza en los hijos.

Un camino, dos direcciones
Los permisos, las salidas, el manejo del tiempo libre, los horarios, las comidas, el desempeño escolar, son algunos de los temas que dan lugar a desacuerdos entre los cónyuges. Lamentablemente, en este tipo de enfrentamientos ambos padres resultan perdedores: “pues debilitan su autoridad y credibilidad frente a los hijos, que perciben rápidamente estas inconsistencias y terminan haciendo lo que a ellos les parece o bien, ´aprovechándose´ del papá que parece más permisivo. Por otro lado, la relación de los esposos también suele verse afectada por los constantes roces, que van generando distanciamiento y problemas dentro de la pareja.” Afirman los expertos,

Es normal que no siempre se esté de acuerdo con el otro, pues tanto el padre como la madre poseen unas características sicológicas y unas vivencias educativas particulares que dan lugar a criterios, métodos y opiniones acerca de la crianza de los hijos. No obstante, esta forma individual de ver la autoridad, no debe llevar a la discordancia continuada con el cónyuge.
Para evitar esta situación, los especialistas recomiendan acordar unos parámetros dentro de los cuales se deberá practicar la autoridad en la familia. Así, el padre y la madre deberán formar una unidad, emitir un mismo mensaje y apoyarse el uno al otro en lugar de contradecirse. “Los padres deben aprender a encontrar un equilibrio, de forma que sus diferencias personales, no interfieran con esta responsabilidad tan vital que es ponerse de acuerdo en cuanto a la crianza de los hijos.” Explica la pedagoga María de los Ángeles Pérez.
Consejos para los padres
Los hijos son los más afectados cuando no hay consenso entre papá y mamá. Es por eso, que la mejor forma de ejercer una autoridad coherente es fortalecer la unión entre esposos. Algunas sugerencias:
◦Transmitir siempre una imagen del cónyuge de forma respetuosa.
◦No autorizar lo que el otro ha prohibido.
◦No discutir delante de los hijos. Si hay algo que hablar, háganlo a solas.
◦No demostrar desacuerdo sobre el modo de proceder con los hijos, delante de ellos mismos.
◦No hacer al hijo confidente de las penas que causa el cónyuge, al menos hasta que alcance la edad y madurez necesaria.
◦Enfóquese en transmitirle a sus hijos más las fortalezas que debilidades de su esposo/a.
◦No le haga mala fama a su cónyuge con sus hijos, pues ellos lo irán interiorizando y usted terminará perdiendo autoridad frente a ellos. Evite comentarios como: es que la mamá es una “fiera”, o el papá es un “alcahueta”.
◦Ambos deben ejercer la autoridad. Los hijos necesitan que tanto el papá como la mamá ejerzan la autoridad en la familia, de este modo se les brinda seguridad y estabilidad. Es equivocado por tanto, cuando uno de los cónyuges toma el mando y el otro queda relegado.
◦Como ejercicio práctico, es importante hacer junto al esposo/a, una lista de valores que consideren fundamentales en la educación de los hijos. Esta lista no será negociable por ninguno de los dos, pues deberá ser el punto de referencia para la toma de decisiones. Tendiendo esta lista de valores evitará llevarse la contraria y delante de los hijos siempre estarán de acuerdo.
◦Si estamos hablando del caso en que padre y madre, por diferentes circunstancias se encuentran separados, entonces por el bien de los hijos, deben tener puntos comunes para no caer en la contradicción.
Si bien cada uno tiene una forma de ver las cosas, hay que llegar a acuerdos, tomar decisiones conjuntas y nunca perder de vista los ideales y valores con los que se quieren formar a los hijos; por el bien de ellos, los padres deben estar unidos y en armonía.

lunes, 8 de abril de 2013

¿HIJOS PEREZOSOS?: COMO EDUCAR EN EL ESFUERZO

¿Hijos perezosos?: cómo educar en el esfuerzo
de: Lafamilia.info


¿No existe el dinero fácil, ni el trabajo fácil, ni el éxito fácil, ni las relaciones fáciles, ni la vida fácil. La vida supone retos constantes que requieren del esfuerzo de las personas para lograr lo que se quiere y bajo esta primicia debemos formar a los hijos. Leer más

No existe el dinero fácil, ni el trabajo fácil, ni el éxito fácil, ni las relaciones fáciles, ni la vida fácil. La vida supone retos constantes que requieren del esfuerzo de las personas para lograr lo que se quiere y bajo esta primicia debemos formar a los hijos. Las siguientes lecciones se deben convertir en nuestras luchas diarias como padres y educadores.

Lo cómodo y lo fácil
La comodidad y el confort son los reyes del momento. Aunque no conviene estigmatizar, es cierto que todo ha ido cambiando para hacer que el hombre cada vez se esfuerce menos. Un ejemplo simple y cotidiano que da cuenta de ello, es el poco o nada de esfuerzo que deben hacer ahora los estudiantes para realizar sus labores escolares: todas las respuestas están a tan solo un clic. Por eso decimos que los avances del mundo moderno tiene muchas ventajas, pero también algunas consecuencias no tan positivas:

“Esta idea supone un costo que afecta de forma especial a los niños y jóvenes. Observamos que los niños presentan una incapacidad alarmante (a nuestro juicio) para soportar esfuerzos. Incapacidad que supone consecuencias muy negativas para la persona como sentimientos de impotencia y conformismo; la no valoración de las cosas y, consecuentemente, la incapacidad de disfrutar de ellas y falta de entusiasmo.

Estos factores pueden desembocar en conductas de riesgo como el consumo de sustancias asociadas a la obtención de placer fácil o bien para poder soportar el esfuerzo que supone la realización de determinadas actividades: ir de marcha sin cansarse, comer sin engordar, etc.” Explican Mª. Ángeles Pérez y Francisco Rodríguez, especialistas en el tema.

La actitud de los padres
Cuando los padres acostumbran a los hijos a hacerles todo, los hijos se acostumbran a no hacer nada. También se podría adaptar la misma frase al verbo “dar”: si los padres les dan todo, los hijos se acostumbran a no ganarse nada, y además creen que merecen todo.

Esto nos dice que algunas actitudes de los padres impiden que los hijos verdaderamente se esfuercen por obtener las cosas, abriendo así las puertas a la mediocridad, la pereza, el facilismo, la comodidad, la incapacidad, la negligencia.

La educación de la voluntad
Los expertos señalan la necesidad de evitar la formación de una personalidad débil, caprichosa e inconstante. “Al no haber luchado ni haberse esforzado a menudo en cosas pequeñas, tienen el peligro de convertirse en no aptos para cualquier tarea seria y ardua en el futuro. Y, la vida está llena de este tipo de tareas.”
En la educación de la voluntad, se ayuda a los hijos a controlar sus impulsos y deseos, de forma que sean capaces de postergar las gratificaciones y tolerar la frustración. Para ello es importante no ceder a sus caprichos, invitarlos a que se tracen proyectos a mediano y largo plazo, favorecer la realización de actividades que supongan esfuerzo y perseverancia, dosificar los regalos, no permitir que dejen las cosas sin acabar, mostrarse pacientes y constantes con ellos.

Criterios para fomentar en los niños el valor del esfuerzo
Los autores citados con anterioridad, proponen estos cuatro criterios para que los padres los tengan siempre presentes y se propongan trabajar en ellos:

1. El ejemplo tiene una gran importancia, especialmente el de los padres. Los chicos necesitan motivos valiosos por los que valga la pena esforzarse y contrariar los gustos cuando sea necesario. Hay que presentar el esfuerzo como algo positivo y necesario para conseguir la meta propuesta: lo natural es esforzarse, la vida es lucha.

2. Es necesario cierta exigencia por parte de los adultos. Con los años, es lo deseable, se transformará en autoexigencia. Hay que plantear metas a corto plazo, concretas, diarias, que los adultos puedan controlar fácilmente: ponerse a estudiar a hora fija, dejar la ropa doblada por la noche, acabar lo que se comienza, etc.

3. Las tareas que se propongan a los niños han de suponer cierto esfuerzo, adaptado a las posibilidades de cada uno. Que los chicos se ganen lo que quieren conseguir. Las tareas tendrán una dificultad graduada y progresiva, según vayan madurando. Conseguir metas difíciles por sí mismos, gracias al propio esfuerzo, les hace sentirse útiles, contentos y seguros.

4. Muchas veces el fracaso será más eficaz que el éxito en la búsqueda de una voluntad fuerte. Y es que a nuestro entender, son dos los conceptos claves para la promoción del esfuerzo: voluntad y motivación.

Educar en el valor del esfuerzo es uno de los mejores regalos que los padres les pueden dar a sus hijos, pues así les están preparando para que sean adultos exitosos y felices.

"El secreto de mi felicidad está en no esforzarse por el placer, sino en encontrar el placer en el esfuerzo.” André Gide.



miércoles, 20 de marzo de 2013

25 mil exigen cese de programas obscenos en horarios de protección al menor

25 MIL EXIGEN CESE DE PROGRAMAS OBSCENOS EN HORARIO DE PROTECCIÓN AL MENOR
LIMA, 13 Mar. 13 / 12:18 am (ACI/EWTN Noticias).- Más de 25 mil personas han firmado a la fecha una petición a las autoridades peruanas para que actúen frente a la difusión en televisión de programas que promueven “conceptos distorsionados sobre la sexualidad y la valoración tanto del hombre como la mujer” en niños y adolescentes.
Los programas televisivos “Esto es Guerra” y “Combate”, de casi idéntico contenido, se transmiten a las 6:00 p.m., dentro del horario considerado por las autoridades peruanas como “de protección al menor”, a pesar de recurrir frecuentemente a escenas con gran contenido sexual, con mujeres y hombres frecuentemente semidesnudos.
En diciembre de 2012, “Esto es Guerra” fue sancionado por la Sociedad Nacional de Radio y Televisión debido a su “juego de las fresas”, en el que las mujeres participantes debían retirar estos frutos, repartidos sobre el cuerpo semidesnudo de un hombre, usando solamente la boca.
Por su lado, en enero de este año, durante uno de los juegos de “Combate” una de las participantes quedó con los senos expuestos por algunos segundos.
Consultado por el diario peruano El Comercio, el conductor de “Esto es Guerra” Matías Brivio, aseguró que ni en su programa ni en “Combate” incumplen con el horario de protección al menor.
 “La gente tiene derecho a opinar y me parece bien que aparezcan este tipo de cosas. Vivimos en una democracia”, dijo, añadiendo que él está “tranquilo con lo que sale al aire y mis hijas ven el programa”.
Brivio se vio envuelto en polémica en 2011 tras la aparición de un video en que celebraba los goles de la selección peruana en una calle de Argentina, completamente desnudo y en aparente estado de ebriedad.
La petición está dirigida a congresistas miembros de las comisiones de la Mujer y Familia, de Educación y Juventud y de Defensa del Consumidor, así como al Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (INDECOPI) y a la Defensoría del Pueblo.
Una de las firmantes, Brenda Tapia, criticó que “mi hermanita termina sus tareas a las 6 de la tarde, prende la televisión para entretenerse y se encuentra con imágenes como besos, tocamientos, romances extremos, gente durmiendo juntos, y más en Esto es Guerra y Combate. Por favor, ¿eso es protección al menor?”.
Por su parte, Alan Camassi, otro de los más de 23 mil firmantes, denunció que estos programas “incitan a una sexualidad avanzada a menores de 14 años, con escenas de besos y de juegos y bailes eróticos, no aptos para el horario en el que lo transmiten”.
A su turno, Romina Vásquez aseguró que “Combate” y “Esto es Guerra” atentan “contra la inocencia de los niños, disfrazando actitudes sexuales”.
Para firmar la petición, puede ingresar a:

miércoles, 6 de marzo de 2013

EL ÉXITO DEPENDE DEL CARACTER

EL ÉXITO DEPENDE DEL CARACTER
Fuente: The Family Watch

A menudo los esfuerzos se centran en mejorar las notas. Pero cada vez parece más claro que hay que mejorar también la educación del carácter. Así lo pone de manifiesto Paul Tough, en su libro "How Children Succeed: Grit, Curiosity and the Hidden Power of Character", reseñado en The Economist.

El autor hace hincapié en que muchas veces se piensa que el éxito académico es un producto de las habilidades cognitivas, el tipo de inteligencia que se mide en las pruebas de coeficiente intelectual. Pero las nuevas investigaciones han encontrado que las habilidades de un estudiante universitario están más relacionadas con la capacidad de mantener la concentración, la perseverancia en el estudio y el control de los impulsos. Esto explica por qué alumnos que en la secundaria obtuvieran buenos resultados, al llegar a la universidad fracasan. Habilidades no cognitivas, como la perseverancia y la curiosidad, permiten predecir en buena medida el futuro éxito escolar.

La educación temprana por parte de los padres y maestros puede ayudar a mejorar los hábitos de conducta. El carácter puede ser enseñado, afirma Tough. Pone como ejemplo el trabajo de un instructor de ajedrez en una escuela de Brooklyn que convirtió a estudiantes pobres y desmotivados en campeones de ajedrez, enseñándoles nuevos modos de resolver problemas y de superar sus fracasos.

También Hoff Sommers destaca el caso de la Aviation High School en New York City. Además del plan de estudios estándar para escuela secundaria, los estudiantes pasan la mitad del día en clases prácticas de fuselajes, sistemas hidráulicos y sistemas eléctricos para aviones en miniatura. La escuela de 2.200 alumnos, en su mayoría estudiantes de color y de familias de bajos ingresos, tiene una tasa de asistencia del 95% y una tasa de graduación del 90%. El 80% de los alumnos van a la universidad.