lunes, 20 de septiembre de 2010

Anorexia y bulimia



Por: Dr Pavlusha Luyando Joo
luyandojoo@yahoo.com
Lima-Perú
Artículo original de InfoFamilia

Los trastornos de alimentación, aunque existen desde años atrás, han aumentado de manera considerable en las últimas décadas. Y, si bien son enfermedades que no discriminan la edad, sus principales víctimas son preadolescentes, adolescentes y jóvenes.

¿Qué hacer entonces desde los núcleos familiares?

La bulimia y anorexia son enfermedades multicausales que tienen principalmente un origen sicológico y se manifiestan en la parte física, las cuales, de no ser tratadas a tiempo, pueden causar daños irreparables y en casos más graves, la muerte. Éstas se caracterizan por una preocupación excesiva por el peso corporal y el aspecto físico, que llevan a presentar comportamientos alimenticios extremos como dietas demasiado estrictas, provocación del vómito, intensas horas de ejercicio físico, uso de laxantes, diuréticos u otros medicamentos, etc.
La Bulimia y anorexia tienen su origen en la excesiva fijación al yo; por lo que previo al desarrollo de estas enfermedades se encontrarían actitudes egocéntricas, egoístas e individualistas. La bulimia y la anorexia son una modalidad de la depresión
La familia puede hacer mucho para prevenir que la anorexia y la bulimia ingresen a los hogares.

Recomendaciones

Fortalecer la autoestima: es común en la adolescencia los problemas de autoestima, por tanto, se sugiere comenzar desde la primera infancia con un trabajo preventivo en la familia, se debe enseñar a los hijos a auto aceptarse, a quererse a sí mismos tal y como son, sin pretensiones de difícil alcance.

Parámetros de belleza inalcanzables: debido a la publicidad, el mercadeo y la moda que dominan en estos tiempos, no es de extrañar que los chicos quieran lucir como estrellas del mundo del espectáculo -incluso a costa de su salud-, las cuales emiten conceptos de delgadez irracional y enfermiza como una representación de belleza.

Alimentación sana y balanceada: en las familias donde no se llevan hábitos de alimentación saludable, ya sea por exageración o privación de ciertos alimentos, es más probable que los hijos presenten este tipo de desórdenes.
El ejemplo y educación de los padres: sucede que sin intención, los padres hacen persistentes comentarios sobre la falta de estética de las personas obesas o de los alimentos de alto contenido calórico, lo que lleva a que los hijos desde que son pequeños, crezcan con esta noción y cuando puedan tener el dominio de su alimentación, hagan una privación estricta de las comidas, o contrario a esto, atracones compulsivos.

Comidas familiares: son una importante oportunidad para conocer los hábitos alimenticios de los hijos. Aquí se pueden detectar las señales de alarma y el consumo proporcionado de alimentos, pues cuando los hijos están fuera de casa es imposible conocer su nutrición. Lo ideal es que las comidas diarias de toda familia, se hagan a la misma hora y cuenten con la presencia de todos sus miembros; por supuesto, el lugar propicio para ello es la mesa, no las habitaciones frente a la televisión o computador.

Ejercicio sin extremos: son indiscutibles las bondades de la actividad física y en edades donde hay cambios hormonales como la adolescencia, se hace aún más necesario; el problema surge cuando se asume de forma compulsiva o se asocia al cálculo del consumo de calorías con la actividad física. Se debe procurar incentivar el deporte como una actividad saludable y de recreación, no como una exigencia para moldear su figura.

La mejor cura de los desordenes psicológicos y afectivos es la vida en grupo, por lo que debemos fortalecer los vínculos familiares ya que está demostrado que la bulimia y la depresión aparecen mas veces en hijos de hogares separados o con problemas.
La ayuda al prójimo es una buena herramienta terapéutica, ya que permite salir del “yo” al “tu”, lo cual permite disipar la obsesión o fijación hacia el cuerpo. Sin embargo para ello es necesario que el(la) enfermo(a) este en una condición estable.
Signos de alerta

Ante las primeras señales se debe consultar lo antes posible con un médico quien hará una evaluación detallada del paciente y emitirán un diagnóstico adecuado, no obstante, presentamos los siguientes criterios de la Asociación Americana de Psiquiatría, a modo de guía:

•Miedo intenso a ganar peso o llegar a ser gorda(o).
•Comentarios frecuentes que sugieren una distorsión en la forma de verse frente al espejo o con respecto a su peso.
•Rechazo a mantener un peso corporal normal acorde a la edad y la altura.
•Preocupación exagerada por los contenidos calóricos de los alimentos y las porciones.
•Evasión de actividades que involucren comida.
•Obsesión por el deporte o actividad física.
•Alteraciones de los ciclos menstruales.
•Ausentismo luego de las cenas (para provocarse el vómito).
•Cambios de temperamento.
•Personalidad con tendencia al perfeccionismo.

jueves, 25 de marzo de 2010

La familia importa mucho en la educación, según un estudio


Pilar Álvarez - El País, 25 de marzo 2010.
¿Cuál es la fórmula contra el fracaso escolar? ¿Qué es más importante para sacar buenas notas? Un padre universitario, por ejemplo, influye más que el número de alumnos que hay en el aula (dentro de las ratios permitidas, claro). Y es más significativo que los niños participen en actividades extraescolares organizadas por las familias que el porcentaje de alumnos extranjeros en las aulas. Estas son, al menos, algunas de las conclusiones del último estudio sobre éxito escolar realizado a partir de datos madrileños.

El informe Los determinantes del éxito en la educación primaria en España, de FEDEA (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), analiza por encargo de la Comunidad de Madrid los resultados de la prueba de Conocimientos y Destrezas Indispensables que los alumnos de 6º de Primaria (54.000 estudiantes de 1.200 centros) realizan cada año.
En mayo se examinaron de Lengua y Matemáticas, como en años anteriores, pero con una ficha nueva en la que los estudiantes debían indicar a qué edad empezaron a ir a clase, con quién residen, dónde nacieron o el nivel de estudios y profesión de sus padres.

Una de las conclusiones del trabajo, de la investigadora Brindusa Anghel y el catedrático de Economía de la Universidad Carlos III Antonio Cabrales, coincide con lo que señala el informe PISA: la familia importa y mucho. Por ejemplo, tener un padre universitario puede suponer 10 puntos de diferencia. Es decir, que el hijo de una persona con estudios superiores quedaría 10 puestos por delante en una lista de 100 alumnos que otro cuya familia tenga menos nivel educativo. Y que si los progenitores son profesionales (médicos, profesores, científicos, abogados...), el alumno/a ganaría cinco puestos. También influye, aunque menos, que los padres vivan juntos, tener más hermanos y hermanas o haber empezado el colegio antes de los tres años.

Pesan esos asuntos, pero no otros relacionados con políticas educativas. “El número de inmigrantes en el aula afecta muy poco al rendimiento del alumno”, según Antonio Cabrales, que presentó el informe con la consejera de Educación, Lucía Figar. El rendimiento de los alumnos extranjeros es “por lo general” peor que el de los españoles, según el trabajo. Pero con excepciones: los estudiantes chinos son mejores en matemáticas que el resto, y los rumanos, superiores en todas las materias, menos en cultura general.

El trabajo refleja que los centros privados y concertados sacan mejores notas, pero sin conclusiones relevantes. “Resulta difícil saber si los alumnos de los colegios privados obtienen mejores resultados porque los colegios son mejores en sí o porque los alumnos con mejor rendimiento educativo se autoseleccionan acudiendo a estos colegios”, según el estudio, disponible en la web www.fedea.es.
El trabajo aporta más datos a la investigación, pero queda mucho por estudiar, según confiesa el autor. “Casi dos tercios de los factores que afectan a las notas no se pueden explicar por ninguna de las variables vistas”, según Cabrales, que añade otra conclusión en tono campechano: “Creo que será muy importante el esfuerzo de los chicos; el que ha chapado [estudiado] más, lo hará mejor”.